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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la principal fuente de sodio es la sal. Si bien el sodio es indispensable para la vida, también puede ser perjudicial para la salud si se consume en exceso.
En la alimentación, la sal puede provenir de alimentos procesados, ya sea porque son particularmente ricos en sodio (como carnes procesadas, quesos, snacks salados o fideos instantáneos), porque se consumen en grandes cantidades (como el pan o productos de cereal procesado) o bien porque se añade sal durante la cocción de los alimentos o cuando se sirven.
Actualmente, la mayoría de la población del mundo consume alimentos en su mayoría procesados, más ricos en energía pero que contienen muchas grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcar y sal. El consumo excesivo de esta última se asocia a enfermedades como hipertensión y riesgo elevado de sufrir accidentes cerebrovasculares.
Según la OMS, el consumo recomendado de sodio (sal) varía de acuerdo a la edad:
Muchas personas consumen más sal de la necesaria, afectando principalmente a sus riñones, quienes son los mayores reguladores del sodio en la sangre y los encargados de mantener el equilibrio del sodio almacenado en nuestro cuerpo para su aprovechamiento óptimo.
Por eso, si eres de los que le ponen sal a la comida antes de probarla, o simplemente te encanta su sabor ten cuidado porque estás poniendo en riesgo tu salud.
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