El rosa del cielo y de la tierra: flamencos, sal y un rincón único en Yucatán


Hay colores que no se olvidan. El rosa intenso de Las Coloradas, por ejemplo, es uno de ellos. Un tono surrealista que parece sacado de una pintura, pero que tiene explicación científica: la salinidad extrema, los microorganismos que prosperan en ella y un ecosistema perfectamente balanceado.

Este entorno no solo nos regala postales increíbles, también es el hogar de una de las especies más elegantes del mundo animal: el flamenco rosado.

 


 

Una historia que cruzó fronteras

En 2023, el huracán Idalia arrastró a un grupo de flamencos fuera de su ruta migratoria. Uno de ellos terminó en la Bahía de Tampa, herido y confundido. Fue rescatado, rehabilitado y nombrado “Peaches”. Tras más de un año de ausencia, fue localizado nuevamente… en Las Coloradas, Yucatán. El lugar donde los flamencos se alimentan, anidan y tiñen de vida los paisajes.


 


 

Más allá del color

Los flamencos deben su tono rosado a su dieta salina. En Las Coloradas, la combinación de pozas ricas en microorganismos, crustáceos como la artemia salina y el proceso natural de cristalización de la sal genera un hábitat perfecto para ellos.

Las crías, que nacen con un plumaje blanco grisáceo, van transformando su color conforme crecen y se alimentan de este ecosistema rico en pigmentos carotenoides. Con el tiempo, adquieren el rosa característico de los adultos.


La sal que aquí se produce no es solo valiosa por su pureza, sino también por su conexión con la tierra, la historia y la vida. Desde hace miles de años, este mineral ha sido cosechado con respeto y cuidado. Hoy, aún se sigue utilizando sal de esta zona en productos que llegan a las mesas de muchas familias mexicanas.

Como algunas marcas nacionales comprometidas con el origen, la tradición y el sabor auténtico del mar.

 


 

Un símbolo de equilibrio

Peaches es más que un flamenco. Es el símbolo de lo que sucede cuando la naturaleza y el ser humano encuentran puntos de sinergia. Su regreso a Yucatán, a este santuario salino y rosa, es un recordatorio de lo que vale la pena cuidar.

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