¿Sabes quién fue Huixtocíhuatl, y por qué es llamada la diosa de la sal y de las aguas saladas?

Los olmecas aclamaban a una deidad llamada Huixtocíhuatl (diosa de la sal) en la festividad del séptimo mes que era conocido como Tecuilhitontli, y se cree que también fueron ellos quienes conocieron el oficio de hacer sal.
Amontonaban tierra salada, remojándola con agua dulce para después destilarla en tinajas. En ocasiones la sal vendida tenía resabios de cal y era probable que esta viniera del recipiente en donde se filtraba la sal, o de las tinas en donde se concentraba la salmuera. 
Actualmente existen muchos métodos para extraer la sal, y el de los olmecas se parece mucho a la evaporación solar, o “natural”, pues el procedimiento se hace usando el sol y el aire para separar los cristales de sal del agua del mar, aprovechando las altas temperaturas del sol y la fuerza del viento.
Este consiste en conducir el agua salada a un depósito, para así tener las salmueras, donde se aumenta la densidad y concentración de la sal en el agua. Posteriormente, las salmueras son distribuidas en contenedores de menor profundidad, donde el sol puede infringir suficiente fuerza para evaporar el agua e iniciar el proceso de cristalización de la sal.
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Luego, con maquinaria pesada, se apila la sal para trasladarla a centros de tratamiento donde la trituran y limpian.
La Diosa Huixtocíhuatl era reconocida como una diosa menor del agua, y relacionada directamente con Tláloc, ya que era en su edificio en donde se realizaban sus sacrificios y festividades. 
Ella era hermana de “los tlaloques”, dioses de la lluvia, pero la enviaron en forma de destierro a la costa, "a las aguas saladas", donde "inventó” la sal, de la manera que ahora se conoce.
Así es como la describe una leyenda recogida por Sahagún;
"Los atavíos de esta diosa eran de color amarillo, y una miltra con muchos plumajes verdes salían de ella como penachos altas, que del aire resplandecían de verde, y tenía orejeras de oro muy fino y muy resplandeciente, como flores de calabaza.
Tenía el huipil labrado, con olas de agua estaba bordado el huipil, con unos chalchuhuites pintados; tenía las naguas labradas de la misma obra del huipil; tenía en las gargantas de los pies atados cascabeles de oro o caracolitos blancos, estaban ingeridos en una tira de cuero de tigre; cuando andaba hacían gran sonido. Los cacles o cotaras que llevaba eran tejidos con algodón y las cuerdas con que se ataban también eran de algodón flojo (...)".
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Fuentes:
Pueblos Originarios, Dioses y Personajes Místicos.
Delicias prehispánicas.

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