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No, la sal es un sólido blanco, cristalino, higroscópico y altamente soluble en agua; está compuesta principalmente por Cloruro (Cl) y Sodio (Na). Si bien sal y sodio no son lo mismo, la sal está compuesta en un 98% por sodio.
La sal no te generará ningún efecto porque esto es lo que pasa cuando la consumes: el cloruro de sodio se separa, se metaboliza y lo que realmente absorbes es sodio y cloro, que es lo que genera los efectos positivos y negativos cuando se consume en exceso.
Es extremadamente difícil que generes un exceso de cloro con el consumo de sal, pero el sodio -al ser el elemento más abundante- es el que más efectos genera.
El sodio es vital para nuestro organismo, debido a que es un actor principal en la contracción muscular. Es decir, se necesita para que los músculos puedan moverse y dado que el corazón también es un músculo, éste lo requiere para bombear la sangre por todo nuestro cuerpo. Por lo que el sodio ayuda a la oxigenación del cuerpo a través de la sangre.
De manera más cotidiana, la sal de mar junto al agua también puede ayudar a la circulación, así como disminuir la inflamación de músculos.
Diversos estudios han asociado la presión arterial elevada y el aumento de eventos cardiovasculares con el consumo excesivo de sodio. El sodio corporal proviene, en su mayoría, del consumo de los alimentos.
Normalmente, los alimentos no procesados como las frutas y verduras son bajos en sodio, sin embargo, en la actualidad, la alimentación de las personas se basa en el consumo de alimentos ultra procesados como enlatados y comida rápida, los cuales contienen cantidades de sodio elevadas, lo que genera un consumo mayor al recomendado por los profesionales en nutrición: 5-6g de ClNa al día.
La presión sanguínea alta (hipertensión), las afecciones coronarias, irritabilidad, retención de líquidos y sobrecarga de trabajo para los riñones son algunos de los problemas que arroja la excesiva ingesta de sodio. En condiciones normales de salud, los riñones tienen la capacidad de regular la concentración de este mineral y provocar una mayor producción de orina, haciendo que ésta sea más diluida en caso de un consumo superior al requerido.
No obstante, el exceso de sodio a mediano y largo plazo tiene consecuencias en el organismo: retiene agua, lo que obliga al corazón, al hígado y a los riñones a trabajar por encima de sus posibilidades. El mayor problema es que sus efectos no aparecen de forma inmediata sino con el paso del tiempo, por lo que conviene tomar precauciones.
Existen estudios que demuestran que la sal añadida al cocinar, tan solo representa el 15% del sodio consumido, el 10% corresponde al sodio que contienen los alimentos por naturaleza y el 75% del sodio consumido proviene de alimentos procesados.
Por lo tanto, tu consumo de sal no es la responsable del 100% de sodio que ingieres a lo largo del día. La OMS recomienda rebajar el consumo de sodio a fin de reducir la tensión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares (ACV) y cardiopatía coronaria entre los adultos por debajo de los 2 g (5 g de sal) al día.
Puesto que el cuerpo es incapaz de producir sal y sodio, es preciso utilizar el sodio de los alimentos (es importante señalar que la mayoría de los alimentos contienen sodio en su estado natural).
Sin embargo, algunos pueden disminuir su cantidad de este mineral por procesos de elaboración como la cocción, así que, para la necesaria ingestión de este nutriente fundamental se recomienda añadir un poco de sal de mar (preferentemente) para compensar esta pérdida.